miércoles, 20 de agosto de 2008

Mi travesía, historia de un chiapaneco en Suiza II

Tiempos de estudios

Nos instalamos Trudi, Ramoncito y yo en un pueblecito pequeño , totalmente industrializado de nombre muy femenino: Lyss, apenas a 18 minutos en tren de la Ciudad de Berna.
El entorno del pueblo era muy sobrio, tranquilo y sus calles anchas y muy pobladas de árboles ,con prados y jardines, atravesado por un pequeño arroyuelo de aguas limpias, consentido por la arquitectura urbana, lleno de puentecitos de diferentes épocas y diferentes gustos, pero como que había un color gris permanente, lo que en ese momento no me importó mucho
No muy lejos del pueblo pasaba un río caudaloso, el Aare, siempre lleno de aguas limpias, algo que no estaba yo acostumbrado a ver en México, además ninguna basura a lo largo de su cauce, sin embargo frío y muy rápido, me parecía que se asemejaban a las gentes del pueblo, siempre presurosos ., como ensimismados en sus propios pensamientos, saludando a todo el mundo con gestos rápidos, como diciendo: “que gusto verla….pero llevo prisa”..y el otro le contestaba con la misma actitud y gesto. Como si fuera un acuerdo tácito y recíproco entre ellos y ellas.
Ramón crecía muy robusto, pero extrañaba mucho a su Mamá, ya que ella salía muy temprano a trabajar como enfermera comunitaria, yo la veía muy contenta con su trabajo, pero era muy pesado para ella y yo no podía ayudarla, pues yo era un extranjero, hombre y no dominaba el idioma (alemán para esa región ).
Todas las mañanas, yo salía muy apresurado , tomaba mi tren, dirección Berna y 20 minutos más tarde, me encontraba con mis colegas de estudio del alemán, conformábamos un pequeño grupo de 18 personas de diferentes países del mundo, todos con una profesión , la mayoría universitaria.
Veníamos de Polonia, Australia, Checoslovaquia, Indonesia, Francia, Italia, Panamá, Estados Unidos, Turquía, Taiwán, Japón, Eritrea, Chile, Laos y yo de México.
El ritmo de trabajo escolar era intenso, en seis meses teníamos que estar listos y ser autosuficientes e independientes para desarrollar nuestras actividades, comunicándonos normalmente con la población local de la Ciudad. Ellos cuidaban mucho el prestigio del Instituto y solo se podía demostrar con resultados tangibles de sus alumnos, era el Instituto de Lingüística Aplicada de la Universidad de Berna.
En mis ratos libres o pausas de medio día, que eran pocos y muy cortos, ya que el curso era realmente intensivo, en esos ratos libres y cortos, yo los aprovechaba para ir al centro de la Ciudad, que no me quedaba lejos, sentía que me había enamorado de esa Ciudad, tan bella, tan perfecta, tan majestuosa y al mismo tiempo tan apacible y llena de cultura, hasta un poco indiferente y engreída de su belleza.
Paseaba por sus calles y callejones, era una Ciudad de Boutiques, todo me parecía exquisito.
En realidad mi comunicación se establecía , al principio, con muchas dificultades, pues yo no pertenecía al grupo de los avanzados, mis compañeros que participaban en el estudio del alemán ya tenían ciertas nociones y experiencias del y con el idioma, ya habían participado en otros cursos de introducción en escuelas privadas, de la lengua alemana, y yo estaba recién “desempacado”, todavía traía conmigo los olores y comportamientos del Sur de México.
Además yo era alguien con cierta experiencia de trabajo diferentes, venía con un pasado reciente ligado a la organización social-rural, en comunidades rurales indígenas, con cierta corriente progresista y por otro lado, yo vestía, con y actuaba con un aire un poco “folclórico” y me comportaba un poco con el orgullo de haber pertenecido a un grupo de gente identificada con comunidades indígenas , pero evidentemente, yo no era o pertenecía a algún grupo indígena , ni me presentaba así, sino que yo pertenecía a grupos de trabajos de organización de pequeños productores campesinos, ( productores de café ) con cierta capacidad de compromiso, análisis y crítica. Eso me permitía tener un tipo de discurso congruente y eso mismo, me daba un aire más o menos contestatario ante ellos, ante la comunidad universitaria de Berna, lo que me daba, también, un semblante de un “reivindicador” social, con ciertos tintes de “guerrillero”, alguien, que su vida había transcurrido, entre intelectuales de izquierda y el mundo del pragmatismo de acciones concretas de organización de grupos en el campo y de cierta manera, un hombre, más o menos bien informado de las corrientes de pensamientos de izquierda y de organización campesina …bueno , y para colmo hasta usaba la boina vasca, al estilo Che Guevarista. Además siempre he sido sensible a los problemas del medio ambiente y la contaminación y sus consecuencias.
Con esa personalidad o más bien con ese perfil y esos aires y características, yo empecé a establecerme, casi sin proponérmelo, en una red de comunicación y ganarme simpatías y a introducirme en círculos de discusión y acción, que trabajaban muy comprometidos con países del tercer mundo. Allí conocí el primer grupo de trabajo social internacional que, se llamaba, o talvez todavía se llame Dritte Welt Gruppe (Grupo de Trabajo Tercer Mundo ).
Mis avances en el conocimientos del Alemán seguían siendo lentos, pero a pesar de ser conciente de eso no me intimidaba, yo sentía la necesidad de comunicarme con la gente de allí , ya que eran personas realmente muy comprometidas y con mucho conocimiento de las situaciones de cada país y sobre todo llevando con mucho respeto y discreción el desarrollo de sus tareas.
En el Instituto, se acercaba el examen final del primer diploma y tenía que apurarme en mejorar mi nivel de aprovechamiento y quedaba poco tiempo, así que me apuré y quizás lo que me salvó, fueron tareas de creación libre: una se trataba de crear una poesía ¡ en alemán, según un poema de Bertold Brecht!!! Y la otra tarea consistía en hablar cada uno de su país de origen, durante 20 o 25 minutos. Todo eso después del examen por escrito.
Creo que yo llevaba algunas ventajas sobre casi todo el grupo, tenía una larga experiencia en lectura de los autores alemanes , aunque en español, pero eso me daba una clara idea, además que en mis ratos más solos, yo solía escribir cosas sueltas , algo como una especie de poemas y allí estaba mi oportunidad , primero de demostrarme que podía escribir algo creativo y que tuviera un sentido claro y concreto , pero sobre todo que me gustara: escribí un poema en alemán que se llamó “Entre pueblos Indios” (“Inzschwischen Indianer Dörfern”)
Durante todo un fin de semana traía yo “acatarrados” a toda la familia declamando y repitiendo mi poema, y corrigiéndolo una y otra vez…por fin me di por satisfecho y lo llevé , lo presenté a la maestra directora del instituto, que para esas fechas era mi gran amiga, un poco por méritos propios o por mi manera de ser, otra porque Trudi y Elyzabeth Winniger ( el nombre de mi maestra directora ), ya se conocían de algún tiempo y tenían una buena relación.
Llegamos todos nerviosos muy temprano el Lunes , nadie sabíamos si habían gustados nuestras “creaciones literarias.”, la maestra directora nos recibió en el pasillo , con una amable sonrisa , pero cuando pasé junto a ella , me dijo quiero hablar contigo después de clase, yo le respondí ,pero creo que ni la voz me salió: si maestra…..
En ese momento yo sentí que todo lo había hecho mal y entré al salón de clases con los pies arrastrando, sentía que me pesaban 30 kilos cada uno…
La maestra pronunció un pequeño discurso, felicitándonos por el desarrollo de nuestros trabajos e inmediatamente dio los nombres de los tres mejores trabajos:
El tercer lugar: Yukiko Yamaguchi de Japón por su poema “ Las manos de mi Madre” ( Die Hände meiner Mutter” ).
Segundo Lugar: Carlos Montoya, de México por su poema “Entre pueblos indios” ( Inszschwischen Indianer Dörfern )
Primer Lugar : Marie Boh de Australia por su poema -------------------- ---------------- -----------------
Cuando terminó la clase la maestra me llamó a mí y a Yukiko y nos dijo que si ella, la japonesa, hubiese concluido bien su poema, ese hubiese sido el mejor poema de todos , sin duda alguna…léelo, me dijo y me lo puso en las manos. Lo poco que ella había escrito era de una dulzura y exquisitez que correspondía exactamente a su personalidad, ella era algo casi irreal por su aspecto, era como una Geisha , pero real, sin adornos, de una figura y una manera de vestir , absolutamente japonesa y sobretodo extremadamente discreta.
Después se dirigió a mí y me dijo : En realidad el primer lugar te lo llevastes tu, pero me presionaron para que no te lo diera porque el grupo de maestras que ella dirigía Le pidieron que no me diera el primer lugar, porque iban a decir que era más por la amistad que por méritos propios…y terminó diciéndome:
“apelo a tu sentido de caballerosidad…y todo esto que quede entre nosotros, dile a Trudi , tu esposa, que los invito a cenar a mi Casa, hace tiempo que no la veo y me gustaría saludarla”.
Faltaba la tercera y última parte del examen de primer diploma: Hablar de nuestros países de origen ante grupo y sinodales.

Finalmente llegó el día “D” de mi examen oral , en donde tenía que hacer una narración, más o menos exhaustiva de mi País de origen, como lo habían hecho hasta ese momento cada uno de mis compañeros de curso de Alemán, los cuales no habían necesitado más de treinta minutos, y eso, en el mejor de los casos.
Ese día yo iba seguro de mi preparación , porque llevaba suficiente material visual, alrededor de 55 diapositivas de diferentes partes de México y otras cosas impresas que la Facultad de Geografía me puso a mi disposición, en donde tuve que escoger entre más de 1500 diapositivas, todas solamente de todo México.
Todo ese apoyo me lo ofrecieron gustosamente , gracias , en gran parte a mi capacidad de contacto que había yo desplegado durante el curso de Alemán con muy diferentes gentes del ámbito universitario, no solo en la Facultad de Geografía, sino en el Restaurante Universitario de Berna, ( la Mensa ) lugar privilegiado por excelencia , para encontrarse, tomar al vuelo cualquier tema, sin grandes afanes ni rigores académicos profundos y yo en eso me pintaba solo, porque muchas veces tomaba dos autores más o menos similares en algo o simplemente que tuvieran un aparente común denominador o que hubiesen sido solamente contemporáneos, y con eso entablaba yo analogías, por cierto muy aventuradas, en donde varias ocasiones me “desplumaron” en parte por no ser más riguroso en el dominio del tema, como lo eran ellos, en parte por el dominio del idioma, que para ese tipo de discusiones se necesitaba a conocer a profundidad.
De una cosa estoy seguro ahora, no gane debates porque no lo pretendía, pero gane muchas simpatías y aceptación entre ellos y sobretodo entre ellas y viví mas intensamente mi primer tiempo de estudiante extranjero, y ahora que me encontraba frente a mi grupo se me notaba una seguridad un poco sobrada, pero en el fondo yo temblaba porque todavía cometía muchos errores en la utilización del Idioma Alemán.
La profesora me preguntó de cuanto necesitaba para mi exposición y yo le dije que de 30 a 45 minutos.
Ella se me quedó viendo un poco incrédula, e insistió: -Sabes, Carlos… Si crees que con 20 minutos tienes o quizás un poco menos, no importa …yo te lo tomo como bueno para tu calificación final.
Creo que no, porque mi conferencia sobre mi País la intitulé : Los Cuatro Méxicos y además cuento con un apoyo como guía de mi exposición de un total de 55 diapositivas todas sobre diferentes parte de mi país.
¡Excelente! Adelante Carlos e inmediatamente aclaró al grupo la nueva modalidad que consistía en una conferencia visual.
Y así empecé a exponer los diferentes “cuatro méxicos”: el indígena, el colonial, el moderno y el turístico y natural.
Cuando ya llevaba 45 minutos y no se veía que yo parara, la maestra me interrumpió para preguntarme cuanto me faltaba y yo le dije que apenas llevaba el 50% de mi exposición, entonces ella decidió que fijáramos una fecha posterior para el resto de mi exposición…
Y así fue como, salí del salón de clases con una mezcla de sentimientos en mi interior, sin saber si lo había hecho bien o mal o mediocremente, de cualquier manera de algo estaba seguro: había que concluir una etapa, la primera de mis estudios, porque en ese tiempo vi la necesidad de avanzar con el Idioma Francés, el cual iba a ser más tarde, vital para mi, además de que los cursos para avanzados del Alemán sería con otras gentes que no me inspiraban mayor confianza.
Así le dije Adiós a Berna y me fui a inscribir a la Universidad de Friburgo.
Ese día divagué por horas, por las calles y callejones de Berna, un poco perdido sin rumbo fijo, me despedí de la Ciudad no como lo que era, un conglomerado de calles, parque, gentes y casas, sino de una manera idealizada: como si tratara de una muchacha de la cual me había enamorado.

Escrito por: Carlos Montoya Castellanos

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