martes, 27 de abril de 2010

“Quod natura non dat, salamantica non praestat”

 Por: Jorge López Arévalo

La Universidad de Salamanca es la más antigua de España (1218) y la primera de Europa que le fue otorgada la bula papal de Alejandro IV que le daba el rango de universidad y le reconocía validez universal a sus títulos; está a punto de celebrar su octavo centenario. “Quod natura non dat, salamantica non praestat”, dice el refrán medieval mundialmente conocido: “Lo que la naturaleza no da, no lo arregla Salamanca” (en México se traduce: “Lo que la naturaleza no da, Salamanca no presta”). Es decir, si eres de lento aprendizaje o tonto ni porque pases por Salamanca.

Por eso el lema “Omnium Scientiarum Princeps, Salamantica docet” (Salamanca es la primera en la enseñanza de todas las ciencias), es considerada el lema del viejo estudio salmantino, que en 2018 celebrará su 800 años de existencia. En Salamanca se formó toda la burocracia de las colonias españolas en América. La Universidad de Salamanca era en el siglo XVI la más prestigiosa del mundo occidental, por ello el modelo de la Real y Pontificia Universidad de México (hoy UNAM), creada en 1551 siguió el modelo de la Universidad de Salamanca.

Esa es la razón que cuando Colón planteaba su teoría sobre la redondez de la tierra, Fernando, el católico, decidió consultar a los sabios de Salamanca y el Rey le confió a Fray Hernando de Talavera la presidencia del congreso y la facultad de que nombrara a los jueces, capaces e imparciales, cosa que no hizo porque consideraba que Colón era un loco. Los sabios de Salamanca rehusaron situar la discusión en el terreno científico y argumentaron a Colón con textos de la Biblia. Cuando anunció que la tierra era redonda, le objetaron que “estaba escrito en los Salmos de David que el cielo se extendía sobre la tierra como una enorme tienda de campaña y que San Crisóstomo y San Gregorio, negaban que pudiera haber antípodas en el hemisferio meridional. Afirmar que existían de la otra parte del globo tierras habitadas ¿No era decir que había ahí naciones que no descendían de Adán, puesto que era imposible pensar que hubiesen traspasado el Océano?” Lógico, con esta argumentación de los Salmos de David y de San Crisóstomo y San Gregorio, la tierra era más plana que una tortilla.

Posteriormente, se fueron con otra explicación: Admitiendo que la tierra es redonda, y que el hemisferio diametralmente opuesto fuera habitable. Si se llegase a atravesar esa zona, la circunferencia del globo debería ser tan grande que el viaje proyectado llevaría al menos tres años y los que con él lo emprendieran perecerían de hambre y sed, por no poder llevar víveres para tan largo tiempo. Si así fuera de todas formas -decían los sabios de Salamanca- llegando a la extremidad de las indias, no podrían volver a Castilla, porque la convexidad del globo opondría a sus buques una especie de montaña de agua que el viento más favorable no les permitiría superar.

Es decir, está versión de los sabios de Salamanca hay que leerla en el contexto de finales del siglo XV, cuando no existía Isaac Newton (1643-1727) y la ley de gravedad. Es decir, esta explicación se puede leer como una explicación científica de la época, pues al no existir la ley de la gravitación universal descubierta por Newton en 1685 no había explicación a este fenómeno. Es una excelente pieza que nos permite analizar cientos de años después que el conocimiento es acumulativo y que no se deprecia como los bienes y servicios. Además, esa era la razón del por qué no querían acompañar a Colón en su aventura que lo llevaría, años más tarde, a descubrir otras tierras, que después se llamarían América y que serían objeto de una colonización salvaje, pese a la oposición del obispo Fray Bartolomé de Las Casas y otros personajes, obispo que fue expulsado por los encomenderos chiapanecos que lo veían como un demonio, pues estaba en contra del orden establecido por los colonizadores de explotación brutal de los indios.

En la actualidad la Universidad de Salamanca tiene en sus aulas estudiantes de setenta nacionalidades, lo que la convierte en una universidad plurilingüe y pluricultural. El Instituto de Iberoamérica, donde este escribidor se encuentra impartiendo la cátedra extraordinaria de economía “Tomás de Mercado” (fue de los economistas que formaban parte de lo que se conoció como los sabios de Salamanca), se encuentra ubicado en la Hospedería Fonseca, el edificio que acogió la XV Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno en 2005.

Llegué a Salamanca el 1 de marzo por la noche y tenía clases el 2 de marzo a las 8:00 de la mañana, así que ya di mi primera clase en la maestría de estudios iberoamericanos, ante un grupo de alumnos de varios países. La primera clase es la más difícil, sobre todo yendo de México y de Chiapas, pues los alumnos te están midiendo como diciendo que me va a venir a enseñar este tercermundista, que además viene de un estado que es el de menor desarrollo de su país. Es una experiencia inigualable, pues parece un master global. Tengo estudiantes originarios de varios países: España, China, Polonia, Francia, Holanda, Brasil, Uruguay, Honduras. Es algo excepcional para un profesor de a pie de la Unach, de la que seguramente aprenderé bastante y los estudiantes juzgarán las clases que les dé, así que no me corresponde hacerlo.

Por lo pronto, ya estoy totalmente integrado a las actividades académicas de la Universidad de Salamanca. Lo impresionante son aquellas casi diarias referentes a países de América Latina. Hoy, 27 de abril, justamente acabamos de tener una jornada de estudio en honor del poeta José Emilio Pacheco, Premio Reina Sofía y Premio Cervantes, pero cada semana es una sorpresa en la universidad quizá más latinoamericanista del Estado español.

Felipe, el príncipe de Asturias, al inaugurar los cursos 2009-2010 de dicha institución, señaló: la Universidad de Salamanca, a pesar de ser la más antigua de España, es “un ejemplo vivo de perenne juventud” que “mira al futuro y se mantiene abierta al mundo”. En su opinión, se trata de una institución que “sintetiza la tradición y la modernidad de las universidades españolas” y es reconocida por su vocación americana. En este sentido, ha recordado que en 1986 recibió el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional junto a la Universidad de Coimbra y que casi dos décadas después Salamanca acogió una Cumbre Iberoamericana que dio origen a la Secretaría General Iberoamericana. En este sentido, la Universidad de Salamanca es “reconocida por la comunidad académica y científica nacional e internacional”.

http://americo.usal.es/iberoame/?q=node/701

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