martes, 8 de febrero de 2011

Los "canguritos" centroamericanos sufren explotación en sur de México

Por Rafael Victorio Ruiz


Huyeron de sus casas por violencia intrafamiliar o amenazas de las "maras" que intentaban reclutarlos. Otros llegaron traídos por familiares o buscaban ir hasta Estados Unidos, pero no siguieron la travesía y se quedaron en México.

Los pequeños, llamados también "chicleros", son obligados por redes de adultos o por familiares a trabajar hasta 12 horas diarias y a cubrir una cuota mínima, aparte de pagar su comida y el cuarto en el que duermen hacinados sobre camas de cartón en el piso.

De día bajo los intensos rayos del sol o de noche con el frío o la inseguridad, recorren con su caja o "cangurera" las ciudades en busca de clientes porque a quienes "administran" sus ventas, si no cumplen con la cuota, no les permiten entrar al lugar de descanso.

Se les puede encontrar en Tapachula, Cacahoatán, Ciudad Hidalgo, Tuxtla Chico y Huixtla, entre otras poblaciones fronterizas, y sus historias son similares. La mayoría son guatemaltecos y algunos de ellos apenas hablan español.

Muchos de los niños y adolescentes -hay desde los ocho hasta los 16 años- proceden de comunidades rurales y "son reclutados por personas que viajan a las poblaciones a convencer a sus padres, por lo general en extrema pobreza, con la promesa de una mejor vida y de dinero para el resto de la familia", según un estudio que presentó la semana pasada la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Los niños no denuncian ni señalan a los que los explotan o el lugar donde viven. De hecho, casi no hablan. "A mí me trajo mi tío para vender dulces", dijo a dpa uno de ellos, al que apenas se le entiende el español porque su lengua es el maya quiché.

Otros también venden helados y el patrón les proporciona una caja, con la obligación de que vendan todo. "Es pesado pero lo tengo que hacer. Si no, no puedo entrar a dormir", señala otro.

En altas horas de la noche, después de que la mayoría cumplió su tarea, se reúnen en la plaza central "Miguel Hidalgo" de Tapachula y caminan en grupo hacia los barrios de Colonia Obrera y San Caralampio, donde tienen el cuarto que les proporcionan sus "patrones".

El presidente de la Asociación Civil "Todo por ellos", dedicada a la atención de niños de la calle, Ramón Verdugo Sánchez, lamenta que no haya programas institucionales formales para atender la problemática que afronta este grupo vulnerable. "Prácticamente viven en la vía pública y sufren de explotación", señala.

El estudio elaborado por la OIT identifica dos tipos de explotadores, los padres y los grupos delictivos, e indica que en la franja fronteriza entre México y Guatemala -en ambos lados- cientos de niños y adolescentes son víctimas.

Organizaciones no gubernamentales señalan que el gobierno presta poca atención a la explotación que sufren los "canguritos". La última acción en contra de responsables ocurrió en febrero de 2009, cuando la Procuraduría General de la República (PGR) rescató a 19 guatemaltecos.

De acuerdo con los registros de la Fiscalía Especial para los Delitos de Violencia contra las Mujeres y Trata de Personas (Fevimtra), en esa ocasión se actuó a raíz de una denuncia del Consulado General de Guatemala en Chiapas. Un hombre fue detenido.

Las víctimas "solo comían dos veces al día y por la noche, al llegar de vender, solo se les daba agua y galletas, y dormían en un cuarto vacío sobre una lona en el piso", asentó la fiscalía. Cuando no obtenían las ventas que cubrieran las cuotas, los dejaban en la calle, los insultaban y golpeaban.

Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), son miles los menores de edad centroamericanos que atraviesan territorio mexicano rumbo a los Estados Unidos y muchos son "reclutados" para fines de explotación en la frontera sur, principalmente para usarlos como vendedores ambulantes./DPA

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