Si bien en la actualidad la migración es uno de los principales temas en la mayoría de las agendas de los países, en la Frontera Sur de México, el fenómeno ha sido poco abordado desde una perspectiva integral. Se ha privilegiado explicar las causas y efectos económicos de la movilidad poblacional, por sobre los componentes de carácter social y cultural que envuelven a la misma. Dicho de otra manera, más allá de un movimiento de personas que responde a los procesos globales y volatilidades de los mercados, existe un impacto directo en las estructuras y comportamientos de las sociedades de origen, destino y tránsito.
Al respecto, el transnacionalismo es un concepto que se ha acuñado para, desde un enfoque global, hacer referencia a las huellas que la migración va dejando a su paso. Elementos que trastocan identidades, roles, hábitos, y modos de subsistencia, o que pueden ser símbolos de correspondencia cultural, historia común e interdependencia, mismos que desconocen las separaciones geográficas.
En este sentido, y al observar las características particulares tanto geográficas como de movilidad poblacional que distinguen a la Frontera Sur, surge el interés por identificar manifestaciones del transnacionalismo derivado de los flujos migratorios que en esa región convergen. Sin pretender ser un documento exhaustivo, el presente ensayo tiene su enfoque en la convivencia transfronteriza a fin de dar cuenta, que existe un intercambio histórico y natural entre las poblaciones asentadas en ambas partes de la línea fronteriza. Así también, de que hay otros espacios de conformación más "artificial" pero bajo el mismo sentido de solidaridad e identidad.
De esta manera, se inicia introduciendo el concepto del transnacionalismo, como éste se ha aplicado a la migración, y se puede ver reflejado a través de los lazos transfronterizos. Posteriormente, a fin de contextualizar el trabajo, se hace un breve recorrido por la región fronteriza Chiapas-Guatemala, y los movimientos poblacionales que ahí tienen lugar. Finalmente, con un marco teórico y contextual definido, se exponen diferentes manifestaciones de convivencia transfronteriza en Chiapas, a partir de la lectura de algunos estudios y de la experiencia propia.
1. EL CONCEPTO DE TRANSNACIONALISMO EN LA MIGRACIÓN
Como parte de los procesos globales el transnacionalismo se plantea como una cualidad que implica vínculos, intercambios, convivencia y presencia en distintos ámbitos que traspasan los limites políticos y territoriales de los Estados-Nación. Siguiendo a Canales y Zlolniski (2000: 4) en un contexto macroestructural, el transnacionalismo "forma parte importante del proceso de globalización de la sociedad contemporánea, configurando no sólo una forma de globalización, sino además, la formación de una figura social específica que emerge y forma parte de la sociedad global."
Este concepto es el que ha dado paso a una nueva dimensión en el análisis de la migración, toda vez que ha servido para estudiar la relación entre lugares de origen y destino que surge como producto de los movimientos poblacionales. De acuerdo con Faist (2005: 6), "independientemente de donde se establezcan, las personas pueden conservar lazos transnacionales que impactan sus países". Ya sea una actividad migratoria de corto o largo plazo, tanto en las poblaciones receptoras como expulsoras, se van generando particularidades que las conectan en un circuito transnacional que trastoca las estructuras sociales y culturales, con la introducción de nuevos elementos, la sustitución y/o adaptación de otros.
En un plano distinto, se crean espacios de convivencia entre comunidades que compartiendo una región geográfica, así como una afinidad histórica, socioeconómica y cultural, se forma una sola colectividad en base a la reciprocidad y solidaridad, misma que no da cuenta de fronteras políticas. Tal como lo señalan Canales y Zlolniski (2000: 4), "la migración no implica sólo un flujo en un único sentido, sino un desplazamiento recurrente y circular, un continuo intercambio de personas, bienes, símbolos e información."
Bajo este marco, la convivencia transfronteriza significa una expresión del llamado transnacionalismo "desde abajo" (Bash, Schiller y Blanc citados en Kron, 2007: 24), en cuanto a que explica los procesos de intercambio de ideas, conductas, identidades y capital social entre países de origen y destino en un nivel local (Levitt, 1998: 226).
En el mismo entramado teórico, la convivencia transfronteriza tiene su manifestación específica en las regiones de dos países que son contiguas y que tienen similitudes socioculturales y a menudo comparten recursos naturales. Aquí la interacción de los pobladores de uno y otro lado se da de forma espontánea e histórica, y el flujo de personas suele ser continuo. En palabras de Rodríguez (2006: 122) "Identificarse como semejante al otro, tanto en las fortalezas como en los problemas que se viven, es lo que los lleva a trabajar bajo un esquema de cooperación y complementación, creando nuevos espacios, más allá de las leyes que los restringen".
2. RECORRIDO POR LA REGIÓN FRONTERIZA CHIAPAS-GUATEMALA
2.1. Radiografía demográfica, geográfica y socioeconómica
Con sus 658.5 kilómetros de frontera con Guatemala, Chiapas abarca la mayor parte del límite territorial de la Frontera Sur, casi el 58% del total de la línea divisoria mexicana. Esta región abarca 19 municipios del lado chiapaneco y 88 del lado guatemalteco , un universo de más de tres millones de personas. No obstante, la particularidad de este rasgo geográfico no reside en su tamaño sino en su porosidad.
Lo que separa a México de Centroamérica, es una línea imaginaria demarcada con mojoneras cada medio kilómetro, y una brecha de 10 metros de ancho que hasta a penas finales del año 1994 logró estar libre de maleza. Aunado a ello, a lo largo de la misma existen puntos de paso formales e informales que le permiten a la entidad ser la puerta de entrada hacía y con los países centroamericanos, con quienes comparte pasado, lenguaje y situación socioeconómica.
En especial, Chiapas y Guatemala se encuentran unidas por fuertes raíces históricas de pertenencia. Los encuentros y desencuentros a lo largo del tiempo entre las esferas de poder que culminaron con el trazo de una línea sobre un mapa en 1882, y que modificó la nacionalidad de poblados enteros, no pudo superar el vínculo identitario que hoy se refleja en lazos transnacionales de tipo económico, político y cultural.
Por otro lado, hablar de esta región es referirse a los vastos recursos naturales que comparten y se han puesto al servicio de ambos lados. Uno de los más importantes es la riqueza hidrográfica, los ríos Suchiate y Usumacinta que son parte de la separación natural de ambos territorios, y que sin embargo, son utilizados constantemente como paso informal de mercancías y personas. De igual forma, los conecta el Grijalva, segundo río más caudaloso del sureste que nace en los Altos de Guatemala donde recibe el nombre de Cuilco.
La radiografía demográfica y geográfica de la región se complementa con la caracterización social, la cual también es similar en Chiapas y Guatemala. Entre otras cosas incluye los impactos de un proceso migratorio que se incrementa de manera acelerada. Ambos tienen una alta concentración de pueblos indígenas, sector que concentra los más altos índices de analfabetismo, pobreza y marginación. Los reportes del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), sobre el Índice de Desarrollo Humano (IDH) dan cuenta de esta semejanza. Mientras que en el Informe Mundial del IDH 2007-2008 se otorga una calificación alta a México al colocarlo en la posición 52. En tanto Guatemala se coloca en el lugar 118, y Chiapas en el número 106 de la escala mundial y 32 de la nacional (PNUD, 2008).
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