jueves, 14 de mayo de 2009

Espacios de Convivencia entre Chiapas y Guatemala (Parte II)

Por: Rocío Salazar Hernández, Internacionalista chiapaneca

Lee la primera parte de este Ensayo

2.2. Movimientos poblacionales

Como ya ha sido abordado por la mayoría de los estudiosos de las migraciones en la Frontera Sur, a ésta se le atribuye un cuádruple papel en los movimientos de personas, como lugar de origen, destino, paso y retorno. Para los efectos de este trabajo, interesa contextualizar la región fronteriza Chiapas-Guatemala en los roles de origen y destino, a fin de identificar los flujos que se presentan en esa zona.

Al respecto, se hace el enfoque en los trabajadores temporales, visitantes locales, residentes fronterizos y refugiados guatemaltecos. En el primer grupo se encuentran campesinos guatemaltecos que atendiendo a los ciclos de las cosechas se internan en Chiapas para realizar actividades agrícolas, principalmente el café (Martínez, 2008 y Ordóñez, 2008). El segundo grupo, se compone por aquellos pobladores de las localidades fronterizas que a menudo cruzan la línea internacional con propósitos principalmente comerciales, pero también respondiendo a intereses familiares o turísticos.


El rubro de residentes fronterizos alberga a aquellos extranjeros que se han asentado en Chiapas. De acuerdo con estadísticas del año 2000, 8 de cada 10 de estas personas son de origen guatemalteco. (Gobierno del Estado de Chiapas, 2006) Respecto a los refugiados guatemaltecos, si bien ya no existe la figura como tal, toda vez que ahora los campamentos en los cuales se instalaron en los años 80, se han convertido en asentamientos de población que decidió quedarse y adquirir la nacionalidad mexicana, sigue siendo un referente para explicar la configuración poblacional de la frontera.

CONVIVENCIA TRANSFRONTERIZA

Después del entramado teórico y contextual, queda intentar definir los signos del transnacionalismo en Chiapas a partir de la convivencia transfronteriza, elemento que en un nivel micro, permiten hacer tal enlace.

De acuerdo con los flujos migratorios antes abordados, en el papel de Chiapas como lugar de destino, trabajadores temporales, visitantes locales, residentes fronterizos y ex refugiados guatemaltecos, en diferentes grados han contribuido a formar un colectivo transnacional que tiene sus bases en la historia de Chiapas y Guatemala. A través del tiempo, las características propias de la región han mantenido esta movilidad activa, que ha generado pertenencia y continuidades culturales, religiosas, comerciales, e incluso políticas.

Basta echar un vistazo a lo largo de la línea fronteriza para detectar las expresiones de la fuerte interacción e influencia a lo largo de ella. Al respecto se distinguen dos formas de convivencia, la que se lleva acabo en la zona alta de la región y que comprende a comunidades en su mayoría indígenas y alejadas de los centros urbanos, y la que se manifiesta en la zona baja, propiamente en el Soconusco.

Respecto a la primera, el trabajo de Duarte y Coello (2007: 37), señala que el asentamiento en la Sierra de Chiapas y en los departamentos de San Marcos, Quetzaltenango y Huehuetenango, Guatemala, se observan los lazos comunes y de identidad del pueblo mam que se han fortalecido a partir de la exclusión y marginación por parte de los Estados Nacionales que los albergan.

De igual forma, en el año 2004 se dio seguimiento a una representación del intercambio solidario que ha existido entre pueblos fronterizos que nunca se han sentido separados. En Ixquisis, Huehuetenango, Guatemala, a unos tres kilómetros de territorio mexicano, la finca Varsovia provee de agua de forma rudimentaria al ejido San Pedro Yutniotic, de Las Margaritas, Chiapas. Este hecho es algo que para los gobiernos de México y Guatemala era desconocido y que durante mucho tiempo no necesito de marco jurídico que lo avalara. Derivado de esto, posteriormente se lograron acuerdos entre las autoridades locales para que la población guatemalteca pudiera asistir también a las escuelas y centros de salud del lado mexicano.

Finalmente, se cuenta con la experiencia de los ex refugiados guatemaltecos y residentes fronterizos que han lograron integrarse con la población receptora atendiendo en muchos casos a los lazos de parentesco y vecindad a ambos lados de la frontera. Tal como lo señala De Vos (1993) al referirse a la conformación de la frontera Chiapas-Guatemala, “para todos los sectores sociales, la provincia de Guatemala era un vecino mucho más cercano e importante que la de Chiapa, separada de ellos por barreras geográficas, históricas, económicas y hasta étnicas.”

La segunda forma de percibir la convivencia transfronteriza y que se observa sobre todo en la zona baja, está dada por los movimientos más circulares y de corta temporalidad, que sin embargo han dado dinamismo al transnacionalismo, el cual como ya se ha mencionado, incluye circulación de bienes, personas, información y todo tipo de expresiones culturales que caracterizan a la región. Como ejemplo se puede mencionar el movimiento comercial que ha permitido el posicionamiento de productos guatemaltecos en el Soconusco que habla de un patrón de consumo que diferencia a esta parte de la entidad con los municipios del centro. Lo mismo ocurre con estaciones de radio y televisión, e incluso con prácticas religiosas que no vislumbran fronteras, como la celebración del Señor de Esquipulas y las peregrinaciones que año con año se hacen de Chiapas a Guatemala como parte de ella.

Además de estos signos del transnacionalismo que se podrían catalogar como “naturales” por cuanto que han surgido de la propia convivencia de los pobladores de la región, se puede distinguir otro modo de expresión que se basa en el mismo sentido de identidad y cercanía histórica y cultural, pero surge desde las esferas políticas y académicas. Aquí se abarcan los numerosos intentos y esfuerzos por la conformación de redes locales transnacionales que buscan desarrollar proyectos conjuntos de desarrollo y de generación de conocimientos.

Desde el ámbito político, una de las iniciativas que llamó la atención fue la creación en el 2004, del Grupo de Trabajo Transfronterizo “Región del Quetzal” en el cual participaron los departamentos de San Marcos, El Petén, El Quiché, Huehuetenango, Quetzaltenango y Retalhuleu, y Chiapas por parte de la frontera mexicana. Este grupo pretendió ser un foro de comunicación directa entre funcionarios de dependencias gubernamentales y del sector privado centrados en temas de interés de la región, así como el análisis y apoyo de iniciativas y políticas que favorecieran el desarrollo integral de los territorios involucrados, a través de la cooperación descentralizada. (Declaración Conjunta, 2004). No obstante, a pesar de que se realizaron tres reuniones y se fijaron algunos proyectos, la falta de continuidad en la dirección pública parece haber detenido dicha propuesta.

CONCLUSIONES

Los ejemplos del apartado anterior que indudablemente necesitan de un estudio de profundidad y que seguramente se deben de reproducir a lo largo de la frontera entre Chiapas y Guatemala, permiten concluir que el transnacionalismo es un elemento que existió desde el momento en que se trazaron las primeras demarcaciones sobre los mapas, mismas que respondiendo a intereses de unos cuantos, intentaron separar alcances e influencias políticas y desconectar relaciones sociales.

En la Frontera Sur de México pareciera que los tratados de 1882 nunca entraron en vigor. El marco jurídico mexicano señala que Chiapas es parte de una república federal, en la práctica las conexiones son mas fuertes pasando la línea divisoria, tanto que en la actualidad es hacía ese lado en donde distintos sectores buscan hacer frente a la problemática de los procesos globales.
Con los flujos migratorios continuos que se dan entre Chiapas y Guatemala, se observa como se va configurando un espacio transnacional que si se conjuga con la voluntad política y aportaciones académicas, puede consolidarse como una comunidad transnacional bajo la definición de Canales y Zlolniski (2000: 8), la cual “define y construye un sentido de pertenencia y dependencia con ella, que es más fuerte y profundo que el de los estados nacionales involucrados con la migración. Se trata de la configuración de un sentido de pertenencia que está antes, pero también más allá de la ciudadanía”.

BIBLIOGRAFÍA
Canales, Alejandro y Christian Zlolniski (2000). “Comunidades Transnacionales y migración en la era de la globalización”. Ponencia presentada en el Simposio sobre Migración Internacional en las Americas, San José Costa Rica. 23 Págs.
De Vos, Jan. Las Fronteras de la frontera sur. Universidad Juárez Autónoma de Tabasco. Villahermosa, 1993.
Declaración Conjunta de la 1ra. Reunión del Grupo de Trabajo Transfronterizo, Región del Quetzal, Tapachula, 15 de junio de 2004.
Duarte, Rolando y Teresa Coello (2007). La Decisión de Marcharse. Los pueblos indígenas migrantes de Guatemala y Chiapas. Guatemala: Consejería de Proyectos. 111 Págs.
Faist, Thomas (2005) “Espacio social transnacional y desarrollo: una exploración de la relación entre comunidad, estado y mercado” en Revista Migración y Desarrollo, Segundo Semestre. Pp. 2-32.
Gobierno del Estado de Chiapas (2006). La Otra Frontera. Política Migratoria en Chiapas. Tuxtla Gutiérrez, 146 Págs.
Martínez Velasco, Germán (2008) “Inmigración en la Frontera Sur de México” Ponencia presentada en el Diplomado en Estudios Migratorios en la Frontera Sur de México.
Ordóñez César (2008) “Interacciones transfronterizas México-Guatemala”. Ponencia presentada en el Diplomado en Estudios Migratorios en la Frontera Sur de México, ECOSUR- T- CUNOC-USAC. 60 Págs.
Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo. Informe sobre Desarrollo Humano 2007. México, 2008.



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